jueves, 23 de octubre de 2014

Catriel.

  El humo dibujaba de nuevo a Axel y a Eva en un gran círculo de piedra elevado unos centímetros del suelo. A su alrededor los pilares se elevaban a poca distancia de sus bases y el cielo era oscuro. Ante ellos y sobre el mismo círculo se sostenía una pequeña lanzadera blanquecina con uno de sus laterales abiertos, como si ella misma los hubiese estado esperando. Juntos entraron en silencio a la cabina. Era más amplia de lo que podía parecer en el exterior y estaba iluminada por unas pequeñas luces blancas en la parte superior que contrastaban con sus paredes negras. No poseía ninguna ventanilla, tan solo una franja blanca en la zona media que parecía ser de cristal y desde la cual podía divisarse el exterior si te arrodillabas. Tomaron asiento el uno frente al otro y se miraron preocupados. No era propio de Séfiro convocar a todos los grandes en un mismo lugar, solía ser más discreto.
   La nave comenzó a ascender con su característico sonido, suave y limpio. Una vez a cierta altura comenzó su vuelo horizontal a gran velocidad, pasando junto a los pilares que brillaban tenuemente en la penumbra de la zona. Era reconfortante saber a dónde se dirigían. Ambos recordaban el gran espacio abierto que Séfiro utilizaba para sus "terapias", un gran circulo hundido en el suelo coronado por aros de piedra antiguos que desde lo lejos formaban un intrincado ovillo. No le gustaba aquel sitio, tan solo había recibido malas noticias en él, y claramente esta, no sería una excepción. 
   El tiempo pasaba en silencio, haciéndolo más lento de lo habitual. Podrían haber llegado fácilmente usando su poder, pero Séfiro insistió en que todos debían viajar en lanzaderas, a parte de que en tiempos antiguos diseñó los aros para que ningún guardián pudiese llegar de esa forma. Axel mantenía su mirada fija en la pared pensativo hasta que Eva rompió el silencio.
¬Acerca de lo del Peritéreo...-dijo sin saber como continuar
¬Creo que mientras no sepamos más, deberíamos ignorarlo.-respondió quitándole el tiempo para pensar en la continuación de su frase.-Es absurdo que nos comamos la cabeza por cosas que ni siquiera sabemos.-añadió riendo.
¬Alekai vino a buscarnos aquel día.-dijo como si se sintiera culpable.-Nos contó... lo tuyo.-dijo sin saber qué palabras utilizar.
¬¿Lo mío?-rió.-Pues espero que te hallas enterado para que me lo cuentes, porque yo no tengo ni idea de qué está pasando.
¬Nos dijo que debíamos encontrar...-se detuvo interrumpida por un estridente sonido que parecía provenir del exterior a su vez acompañado por un fuerte movimiento de la nave.
   Ambos rebotaron de sus asientos y trataron de no chocar el uno contra el otro. Parecía que la nave se estabilizaba de nuevo mientras  intentaban analizar lo sucedido. Miraban arrodillados a través de la franja transparente que recorría los laterales de la nave. Nada. tan solo podían divisar algo más de luz hacia el frente, lo que quería decir que estaban abandonando las zonas oscuras. Aun así, esa no era la dirección hacia Séfiro. Otro impacto rebotó en el interior de la nave con fuerza haciéndolos caer al suelo. Esta vez, fuera lo que fuera les había dado de lleno pues podían ver las llamas en los laterales. Se incorporaron y se agarraron con fuerza a lo que pudieron mientras la nave, sin piloto, comenzaba a descender bruscamente rendida ante la gravedad. La caída fue breve pero intensa, la adrenalina corría por sus cuerpos debido a la fuerte velocidad vertical y al fuerte choque contra el suelo, que dejó la nave prácticamente inútil. 
   Axel desplazó los restos calientes de la nave que se habían desprendido tras el impacto. Se levantó con cuidado de no dar contra el techo que se había hundido por su propio peso. Ofreciéndole una mano a Eva observo su situación, habían sido atacados en pleno vuelo. nunca le había ocurrido en un trayecto así pues nadie sería tan estúpido como para destruir una nave blanca. Colocó su mano en el medio de la abollada puerta y con un ligero movimiento esta salió disparada hacia delante dejando tras de sí una ligera estela de humo. Juntos salieron de la lanzadera dispuestos a enfrentarse a lo que fuera que hubiera atacado la nave. Esperaban piratas pues prosperaban en estas zonas sombrías atacando a las naves comerciales que se adentraban en la oscuridad. Sin embargo, lo que encontraron frente a ellos no eran in mucho menos piratas. A contra luz, en el borde de la zona oscura se elevaba una ostentosa nave puntiaguda completamente negra salvo por algunas luces que destelleaban de vez en cuando. Parecía que se acercaba hacía ellos lentamente, apuntando sus armas visibles hacia ellos.
   La nave oscura pareció detenerse y descender unos metros, sobre ella sobresalían cuatro puntas muy parecidas a los pilares. Axel y Eva se encontraban paralizados. Jamás habían visto algo así en Renovatio. Bajo la nave, una compuerta produjo un sonido metálico a la vez que se abría. De ella, una figura irreconocible saltó verticalmente hasta caer de rodillas en el suelo duro y árido. Axel se estremeció y notó como Eva también lo hacía. La extraña figura avanzó hacia ellos lentamente levantado el polvo negruzco del suelo. De una de sus manos parecía extenderse una espada que, una vez divisada por Axel, pareció introducirse en su propio brazo. 
   La figura ya era reconocible. Dos brazos, dos piernas y una cabeza, todos ellos envueltos por una gloriosa armadura negra recubierta por trazos luminiscentes blanquecinos. Su casco, lleno de elementos puntiagudos tenía una lámina verdosa en la parte en la que deberían estar sus ojos, su nariz y boca. Su postura era recia y seria, parecía que llevara ahí toda una vida, inmutable. Sin embargo, acababa de derribar su nave y había descendido de la suya para,-no tenía ni idea de para qué.-
¬Vaya, vaya...-dijo el extraño.-No me esperaba verte con amigos...-Sonaba como si lo conociese desde hacía mucho tiempo. Axel, no respondió. Sentía la fuerza que su cuerpo desprendía y sabía que sería una locura enfrentarse a él ahí mismo, si esque era enemigo. Miro a Eva y con una mirada completamente estricta le ordenó que se marchara. Eva conocía esa mirada y sin más aviso se evaporó de la escena dejándolos solos. Si no avisaba a los demás de este extraño quién sabe qué podría suceder.
¬¿No se queda?-dijo sarcástico.-En fin... no importa, eres tú a quién buscaba.
¬¿Quién eres?-preguntó decidiéndose por fin a entablar conversación. Segundos después, el casco de su acompañante comenzó a fracturarse en pequeñas lineas que viajaban hacia la parte trasera de su cabeza, quedando ocultas y mostrando su rostro.
¬Mi nombre es Catriel.-dijo con su voz grave. Aun así Axel no le prestó gran atención pues estaba embobado mirando sus ojos, posiblemente, los más bonitos que había visto. Verdes, parecían tener luz propia, como si chillaran junto con su pelo negro. Tras la pausa, Axel respondió.
¬Yo soy Axel.
¬Sí... eso ya lo sabía.-dijo caminando hacia delante.-Mira, he tenido esta conversación demasiadas veces ya como para molestarme en que parezca interesante...-terminó parándose. 
¬¿Demasiadas veces?-preguntó enfadado.-Pues yo no la he tenido, así que explícate
¬Verás, en realidad no te busco a ti, sino a tu mentor...-prosiguió.- No recuerdo su nombre... Sáfiro... Éfero quizá...
¬¿Séfiro?-corrigió sorprendido.-¿Qué quieres de él?
¬Oh, de momento nada según veo...-dijo decepcionado a la vez que giraba la cabeza hacia su nave.-Voy a tener que pasar al plan B.
   Catriel elevó su mano derecha haciendo que su negra nave se moviera hacia ellos. Parecía lenta y torpe sin embargo también parecía robusta y fuerte. 
¬Voy a tener que pedirte que me acompañes.-dijo mirando a Axel de nuevo.
¬¿Así?, ¿A dónde?-dijo sanando sarcástico. Un sarcasmo que se acabo en el momento en que de la nave se desprendía un potente rayo azul que tras unas centésimas de trayectoria lo alcanzaba de lleno. Normalmente esas armas no le producían ningún efecto, pero esta era diferente. Sintió como si lo hubiera atravesado por completo una espada ardiendo. Se tiro al suelo lleno de dolor, incapaz de reaccionar.
¬Verás, no es nada personal.-continuó, avanzando hasta él.-Simplemente hago mi trabajo. Soy, por así decirlo, un empleado. Y resulta que mi jefe te quiere a ti.-dijo sonando aterrador.
   La nave se situaba ahora sobre ellos. Axel seguía en el suelo, no recordaba un dolor así desde hacía tiempo. De ella se desprendió una lanzadera aerodinámica que compartía el mismo color de la nave. Descendió junto a ellos hasta quedar a unos metros del suelo. Sus propulsores levantaban el polvo seco de la superficie. Catriel bajó de la parte inferior de la pequeña nava unas fuertes cuerdas plateadas. Estaban claramente preparadas para capturar a gente, esta vez a Axel, a quien ató concienzudamente para que no cayera de camino a su nave. Catriel, molesto por el viento volvió a desplegar su casco, que hacía que su vos sonara embotellada, lo cual producía un ambiente mas aterrador.
¬De verdad siento que esta sea la única manera.-inquirió.-Pero todos intentáis luchar y eso no puedo permitirlo, a él no le gusta que lleguéis estropeados...-continuó, aun con Axel en el suelo, envuelto por las cuerdas.- Aunque ha puesto gran interés por ti, dice que eres diferente... a mi, personalmente, no me lo pareces.-opinó.- A todos nos llega la hora Axel, parece que el momento de reunirte con tu creador.
   Alzó la mano de nuevo y la lanzadera elevó a Axel hasta la nave nodriza, a la que de un gran salto llegó Catriel sin gran esfuerzo. Introdujo al destrozado Axel en un gran recoveco de metal, cerrado por unas barras luminosas que giraban. No podría salir de ahí, al menos no con su poder. Catriel lo dejó sin inmutarse y se dirigió a la amplia zona delantera de la nave. sin ningún tipo de movimiento la nave comenzó a elevarse y a avanzar oblicuamente. Los picos de su parte superior se cerraban y las armas con las que había derribado la lanzadera de Axel minutos antes desaparecían en el interior. Ya por encima de todos los pilares se encaminaba hacia la atmósfera, dispuesto a cumplir su último trabajo.













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