martes, 28 de octubre de 2014

La traición.

   El dolor aun recorría el cuerpo de Axel como si una aguja se resbalara por su interior. Sentía que no podía moverse, como si aquel rayo hubiera borrado todas sus fuerzas de golpe. Ni siquiera habría sus ojos, incapaces de relajarse por el dolor. Notaba cómo la nave avanzaba dibujando una pequeña diagonal alcanzando gran altura, sonando en ese momento la advertencia de atmósfera artificial. Estaba aturdido, no sabía lo que ocurría ni dónde lo había llevado su captor, del que tampoco sabía nada. Simplemente apareció y lo disparó sin mediar prácticamente ninguna palabra. A pesar del dolor, aun era capaz de oír los movimientos de Catriel por delante de él que producía sonidos metálicos.
   Poco a poco comenzó a orientarse a medida que el dolor desaparecía y sus ojos se abrían de nuevo. Se encontraba en lo que parecía una celda. Estaba coronada por un techo ovalado con el artefacto que lo disparó antes en su zona central apuntando hacia abajo. Se levantó y se dirigió hacia la única zona en la que parecía dar al exterior, pues las paredes eran oscuras y opacas. Se asomó  por el extraño panel apoyando las manos sobre él, notando su increíble suavidad. Al hacerlo, Catriel se volvió para mirarlo.
¬Vaya, ¿Ya te sientes mejor?-preguntó con un tono que se alejaba del sarcasmo.
   Axel no respondió, simplemente le dedicó una de sus fulminantes miradas. De esas que se clavan como puñales en el rostro.
¬Veo que sigues igual de hablador.-dijo. Por algún motivo, esa mirada lo hacía sentir incómodo.
¬Quién eres.-preguntó sin ni siquiera entonar las interrogaciones.
¬Ya hemos tenido esta conversación antes, creo recordar.-respondió haciendo amago de volver a sus tareas.
¬Me has dicho tu nombre,-afirmó,-pero no quién eres.
   Catriel se detuvo. Se quedó pensativo por unos segundos ya que, no conocía la respuesta a esa pregunta en verdad. La voz y la seriedad de las palabras de Axel lo hacían sentir cada vez más incómodo. Ninguno de los otros inmortales que había capturado eran como él. Eran arrogantes y orgullosos y podía sentir su miedo y falsedad. Sin embrago, Axel era muy distinto. Podía notar como no lo temía en ningún sentido, como si fuera capaz de abrir su celda y escapar en cualquier momento.
¬Y qué importa quién soy.-dijo mirándole desde su posición.- El creador te reclama, supongo que eso es lo que debería importarte.
   Axel comenzó a reír. Pero no era una de sus risas forzadas o sarcásticas, esta era de verdad, una carcajada limpia que inundó el espacio. Catriel lo miró extrañado. Odiaba la sensación de que siendo él el captor fuera el que menos parecía saber acerca de lo que sucedía.
¬¿Te resulta gracioso?-preguntó dejando revelar casi por completo su tono de curiosidad.
¬Pues sí, en verdad.-respondió intentado recuperarse de la risa, que parecía volver intermitentemente.-Mira, no sé quién te habrá contado esa estupidez, pero si tuvieras una mínima idea de lo poco que sé de mí, verías que mi "creador" no existe.-dijo mintiendo parcialmente. Quería comprobar lo que su captor sabía de él.
¬¿Y qué sabes que yo no sé?-dijo acercándose más a Axel, demostrándole así que ciertamente no tenia ni idea. Las tornas habían cambiado. Pese a que Axel era el cautivo, parecía que era él que tenía el control.
¬A ti te lo voy a decir...-dijo burlón mirándole con los ojos entreabiertos.
¬Está bien, no me interesa lo más mínimo.-mintió irritado por Axel. Ahora estaba completamente seguro de que no le tenía ni la más mínima pizca de miedo.
   Catriel volvió a sus actividades. Preparaba el motor desde su panel horizontal para el largo viaje de regreso a la vez que pensaba en la conversación. Se sentía estúpido, como si todo lo que sabía fuera una inmensa trola. Desde su posición observaba que ya se encontraban en una de las zonas más elevadas de la extensísima atmósfera del planeta. La gravedad artificial no tardaría demasiado en activarse, unos minutos de pesado silencio interrumpido por alguna que otra risa proveniente de Axel, que aun se reía al recordar la conversación. Había tenido tantos enemigos y había sufrido tantas amenazas como esa que no pudo evitar echarse a reír.
   La nave ascendía y el silencio ya era total. Detrás de Catriel, en la celda Axel se arremangaba su traje de un material sólido y flexible al mismo tiempo. Al hacerlo dejaba al descubierto su muñeca cubierta de marcas lineales negras y un pequeño brazalete negro, en cuya parte superior al igual que en un reloj se extendía una parte más lisa con una pantalla agregada. Lo miraba repetidas veces como esperando una respuesta de él. Había estado antes en una celda como esa por lo que desvanecerse, que era su usual medio de transporte, era imposible pues cada vez que lo intentara el rayo que colgaba sobre él lo dispararía sin dudar y no estaba dispuesto a soportar ese dolor de nuevo. Puestos a esperar comenzó a tararear una canción que aprendió hacía tiempo. Se trataba de una oda a una gran victoria de los pueblos oscuros. La tarareaba con gracia y sin errores en su melodía. Siempre le gustó esa canción, aunque la batalla era incluso más antigua que él. En el cenit de su interpretación quedó interrumpido por un pitido prácticamente inaudible proveniente de su brazalete. Este inició una corta cuenta atrás, marcando cada segundo en un círculo rojo, que como un corazón, latía a cada segundo que pasaba. Axel se acercó al panel del suave material y miró al Catriel luchando por no reírse de nuevo.
¬¡Eh!-gritó haciendo que se volviera para mirarlo.-Verás, no es nada personal, pero...-continuó tratando de emular las palabras de su captor horas antes.- Me temo que no puedo quedarme aquí por más tiempo, tengo... digamos que otros problemas.
   Catriel no pudo responder. Un inmenso estallido hizo que la nave se balanceara de lado a lado bruscamente. El humo y las llamas se extendían en algunas zonas abriéndose paso hasta el interior. Axel volvió a cubrir su muñeca y se sujetó como pudo para no rebotar mientras que Catriel intentaba controlar la situación atónito. Otro impacto hizo que el captor cayera bruscamente hacia la derecha hasta golpear con la pared. En cuanto a Axel, su celda estaba hecha añicos por lo que no le fue difícil escapar de ella. Incluso se tomó su tiempo para esquivar los fragmentos y las llamas que quedaban esparcidos por el suelo. Se detuvo frente a Catriel que trataba de levantarse del duro golpe y con sus dos dedos en la frente como gesto irónico desapareció sin más envuelto en el humo que siempre acudía por él.
   Inmediatamente Axel apareció en una amplia lanzadera. Extrañado, pues no era una de sus naves blancas, examinó el interior. Pudo ver a Alekai con su gracioso pelo rojo y su rostro joven, pero esta vez no era su típico rostro risueño. En su mirada parecía estar grabada a fuego una inmensa preocupación, como si algo terrible acabara de pasar. Lo ignoró por el momento y se limitó a observar lo que acontecía por encima de él gracias al techo semitransparente de la nave, que se mantenía inmóvil en el aire. La estructura negra de la que había escapado era ya casi prácticamente irreconocible atravesada una y otra vez por un humo negro que dibujaba la forma de un misil en el aire al avanzar. Era inconfundible Eva desahogándose con la nave de su captor, que seguramente habría escapado ya. La ensartaba una y otra vez expulsando inmensas llamaradas de ella y dejando caer escombros hacia abajo que chocaban contra los escudos de la lanzadera.
   Al cabo de un rato, ya no quedaba nada que destruir, y los últimos restos de la majestuosa nave descendían bruscamente hacía el suelo. Sobre la lanzadera aun volaba Eva que en un vuelo recto despareció esparcida en el viento. Un instante después apareció frente a Axel, y tenía la misma cara que Alekai. Algo iba rematadamente mal.
¬Eso ha estado muy bien, ya pensaba que no llegabas, ¿Dónde está Zayro?-dijo con un tono orgulloso y despreocupado, como si le diera la enhorabuena a a su amiga.
¬Deberías sentarte.-dijo Eva solemne, borrando todo resquicio de gracia de la cara de Axel, convirtiéndolos en una creciente preocupación.
¬¿Qué pasa?-dijo impaciente a la vez que se sentaba, pues sabía que Eva no diría nada hasta que lo hiciera.
¬Ha pasado algo, Axel.-dijo.-y no te va a gustar.
   Axel no respondió, simplemente escuchó con pesar lo que su amiga le contaba, sintiendo como el mundo se le echaba encima, una vez más.
¬Cuando ese te capturó, fuimos a ver a Séfiro.-comenzó.-Esto ya había pasado antes, un rescate, al fin y al cabo.-dijo asustada sin querer seguir.- Supuse que la lanzadera estaba defectuosa, que el rumbo era incorrecto, pero tú sabes también como yo quién controla esas naves.-prosiguió.- Llegamos hasta Séfiro, no nos esperaba... Tampoco dijo nada. Con él estaban todos los guardianes convocados junto con Zayro, y...-Eva estaba tan nerviosa que dejaba caer el sentido de sus palabras.
¬Y nos atacó.-dijo Alekai ayudándola.- Cuando llegamos, todos los guardianes, incluido Zayro, nos atacaron sin dudarlo.-explicó.-El Peritéreo nos sacó de allí a tiempo y borró nuestro rastro. Es más que evidente que Séfiro quería que tanto tú como Eva fueseis capturados por ese tal Catriel.
   Axel no dijo nada, simplemente trataba de asimilar el revés de información. Al ver que no reaccionaba, Alekai prosiguió, para tratar de explicarse mejor.
¬Séfiro controla a los guardianes que poseen conexión a él, y eso los engloba a todos menos a Eva que sabes, decidió romper esa unión hace tiempo.-dijo mientras se acercaba a Axel que lo miraba atento, con unos ojos de impaciencia y frustración.-Estaba preparando sus naves... Sea lo que sea, ya no es tu mentor y no creo que nunca lo fuese Axel.-dijo solemne.
   Eva lo miraba tan dolida como él se sentía. Como era posible. Ni si quiera era capaz de imaginarse a Zayro insultándolo ni mucho menos tratando de matarlo. Al parecer la reglas habían cambiado.
¬Ahora nos dirigimos al Peritéreo,-dijo Alekai sin esperar respuesta de Axel.- es el sitio más seguro al que podemos acudir, de momento.
   A Axel le daba igual su rumbo, solo podía pensar en lo que Séfiro había hecho a medida que la nave cobraba velocidad. Aun no lograba asimilar la idea de que la persona que menos probabilidades tenía de ser su enemigo ahora se tornara en contraria, por no hablar de la idea de que Zayro ahora estaba bajo su control. Siempre fue consciente de esa unión, pero la confianza que tenía en ambos no lo hicieron sospechar en absoluto. Axel no parpadeaba, aun parecía estar tragando lo que Alekai le había dicho. No quería creerlo. A su lado Eva sentada le agarró fuerte de la mano, tan preocupada por Zayro como por él. No podía evitar darle las gracias a Ella ya que fue quién le pidió que rompiera esa conexión con Séfiro. Juntos se reconfortaban a la vez que avanzaban por el silencioso y frío vacío del espacio hacia el inmutable toroide cuyos bordes quedaban difuminados entre la luz y el polvo, elementos que parecían borrar aun más todo cuanto Axel conocía,
































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