miércoles, 22 de octubre de 2014

Lo que llegue.

   Axel despertaba de nuevo. Estos últimos días habían sido un incesante bucle de dormir y despertar de nuevo. Todas sus preguntas estaban ahora lejanas, ausentes. Aun sin respuesta parecían haber abandonado su mente para no volver nunca. Su indiferencia hacia ellas crecía.
   Giró la cabeza para ver a Eva asomada en un amplio balcón de piedra blanca. Las vistas eran impresionantes desde él pues se podía contemplar la lujosa ciudad dorada de Krepta, una de las gloriosas ciudades de los pueblos de la tierra. más allá de la ciudad se veían las llanuras áridas sobre las que se erguían los pilares hasta donde la vista alcanzaba. La brisa entraba suavemente por el espacio que el balcón dejaba en la pared acariciando a Axel. Era un aire frío, propio de épocas de cambio. Muy oportuno.
   Decidió incorporarse sobre la cama en la que se hallaba. Las paredes ascendían hasta una gran cúpula, que a gran altura, coronaba la sala. La recordaba, era una de las habitaciones del palacio de la ciudad. Uno de los palacios más hermosos que Axel había visto. siempre quedaba impresionado por la complejidad de sus arcos y columnas que se enroscaban en cada muro y en cada techo. Bajando la mirada por una de las paredes se encontró con la de Eva que lo miraba contenta a la vez que se acercaba a él.
¬¿Por fin te despiertas?-dijo graciosa.-Te habrás quedado a gusto...
¬Ya ves...-respondió.-Siempre me ha gustado dormir.
¬Dormir está bien.-dijo sentándose junto a él.
   Ninguno de los dos quería hablar del Peritéreo, lo que había pasado allí parecía ahora un recuerdo borroso que quisieran eliminar.
¬¿Dónde está Zayro?-preguntó como si tratara de evitar sacar el tema.
¬Séfiro ha convocado a los guardianes.-respondió sincera.
¬Entonces, ¿Qué haces aquí?-rió pues ya sabía la respuesta.
¬Jamás haré caso a ese viejo-refunfuñó. Era justo lo que Axel esperaba oír.- No sé que es lo que le ha alarmado tanto pero nos ha convocado a todos.-añadió borrando la risa del rostro de Axel.
¬¿A todos?-preguntó serio.
¬A todos Axel.-respondió finalmente.
   La reconfortante sensación que Axel tenía desapareció en seguida. Era ese momento en el que comprendía que algo malo de verdad pasaba para que Séfiro se alarmara de tal forma. Casi ni recordaba la última vez que convocó a "todos" a lo que Axel denominaba "pequeñas terapias de grupo" despectivamente. Estaba harto de tanta confusión.
   Frustrado, se levantó y se dirigió al gran espejo que se encontraba junto a una de las ventanas. Su aspecto no había cambiado aunque casi ni se reconocía. Estaba despeinado aunque su pelo seguía apuntando al cielo salvo por un par de mechones rebeldes. Satisfecho se dio la vuelta para mirar a Eva. Sabía que ambos compartían el mismo pensamiento. Juntos desaparecieron de la sala sin más, succionados por el humo negro que poco a poco envolvía el espacio hasta desaparecer de nuevo.












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