lunes, 3 de noviembre de 2014

Diario de Ella. (1)

   Hola de nuevo. Sé que hace ya bastante tiempo desde la última vez que te conté algo, pero sin ninguna duda mi día de hoy merece la pena ser recordado, aunque al menos sea en papel.
   Como todos los días, me he despertado a las siete de la mañana y... ¡Qué sueño! Sin duda hoy mis sábanas tenían un pegamento más fuerte. Sé que es imposible dejarme marchar pero, en fin... El sol brillaba como siempre, aunque nunca superará el sol de Karia, eso sí es una estrella. He desayunado como siempre mis cereales favoritos pero no me ha tocado el regalito que quería, (desastre). Por no hablar de que Jero estaba como una moto y no me dejaba salir de casa. Era como si volando de un lado a otro me hubiera estado diciendo lo que me esperaba.
   Como siempre (otra vez), he tenido que correr para llegar al transaéreo, necesito una nave... Aunque he de reconocer que me relajo mucho en él. corriendo el riesgo de dormirme otra vez. 
   Todo pintaba como un día más, un día cualquiera en mi maravillosa rutina (nótese la ironía). Llegué a mi oficina y empecé con mi papeleo. Hojas blancas llenas de letras aburridas... Ya sabes de qué hablo porque me he quejado muchas veces. Y... Jero está destruyendo mi sofá.
   A ver, por dónde iba, ¡Ah, sí! me quejaba de mi oficina (odio a mi jefe). Ya se venía diciendo desde hacía días, el gran Axel necesitaba un nuevo canciller y los sorteos iban a comenzar. Sinceramente, no sé porque tanta exaltación hacia ese Axel, a mi me parece un niño mimado que no sabe hacer nada solo, pero ese trabajo me cambiaría la vida, ¿Te imaginas?. Yo con mi propio despacho, en la torre... Ay... Que bien suena. Y adivina, ¡He salido elegida! No podía creérmelo, cuando saqué mi pantalla lo vi, una entrevista con Axel en la Torre. Esa era la oportunidad de la que te hablaba ¿Recuerdas? Entonces corrí por el parque de los almendros hasta llegar aquí, me puse lo que creí más bonito esperando que se fijaran más en mis ojos que en lo que llevaba encima y salí corriendo hacia la Torre como si supiera que mi vida fuera a cambiar por fin. 
   No te imaginas como es ese sitio... ¡Simplemente la entrada es enorme! Dicen que lo construyó él mismo, si así fue no tiene muy buen gusto, yo habría elegido otro tipo de piedra. A lo que iba, es enorme, todo el mundo camina de un lado para otro ocupada, tan importantes... Tuve que preguntar cómo subir porque la verdad no tenía ni idea, aunque debí haberme imaginado que habría un ascensor (ya ves...). La subida fue tan maravillosa, ojalá pudieras haberlo visto. Todos los edificios bajo mis pies mientras subía rápido hacia el cielo. Jamás olvidaré esa subida.
   Las puertas se abrieron tras de mí y vi el interior. ¡Qué pasada! las columnas, las alfombras, todo lleno de gente vestida de gala (y yo con un traje gris de mala muerte) No me acordé de que estaban celebrando la fiesta de jubilación del antiguo canciller (que cabe destacar está muerto, curioso sentido del humor) Las élites de Aethos ahí arriba, bueno... y yo, sin saber d dónde ir, ni dónde meterme. Mientras caminaba un señor viejo me dijo que estaba muy guapa, aunque estaba un tanto ebrio... Que decoración, todo brillaba y podía verse el exterior más lejos, que belleza. 
   Al cabo de un rato un hombre muy simpático me reconoció y me dijo que le acompañara. Nos montamos en otro ascensor y subimos unas cuantas plantas hasta llegar a una gran sala. Parecía una casa, y estaba rodeada por grandísimos ventanales, era muy bonita. Me indicó que entrara en una sala más pequeña. Yo entré. Era un despacho enorme con colores anaranjados, y en la mesa vi a un joven con el pelo castaño, algo despeinado. Le estaba pegando porrazos a un aparato de hologramas a la vez que pataleaba al ordenador. Me quedé extrañadísima. El mensaje de mi pantalla estaba nombre del director de consejería de la Torre, así que supuse que sería él. 
   Le pregunté que qué hacía. Ni siquiera me miró. Simplemente siguió golpeando el trasto que tenía en la mesa algo frustrado. Y entonces fue cuando casi muero del susto. Detrás de mí una chica me dijo que era imposible que me hiciera caso porque estaba demasiado ocupado demostrándose lo poco que sabía de informática. La chica tenía unos ojos verdes enormes y estaba apoyada en la pared con una cara de desaprobación. Se acercó a mi y me dijo que se llamaba Eva a la vez que me daba la mano. Yo le di mi nombre. Llevaba su pelo negro recogido en una desaliñada coleta. Me dijo que por más que Axel fuera tan poderoso jamás lograría aprender a encender el holograma. Axel la oyó aunque siguió a lo suyo. Ese era Axel... vaya... No  dije ni buenos días... ¿Quitará eso puntos?        Axel no dijo nada más que "lo he oído" y siguió a lo suyo aporreando el chisme de su mesa. Eva me sacó de su despacho. Era muy simpática y me ha caído muy bien. Me acompañó al ascensor y me dijo que volviese mañana. Me lo dijo como si al darme la mano ya lo conociese todo de mí... fue extraño. Y nada, aquí estoy. Mañana no creo que tenga tiempo de escribirte además de que ya me quedan pocas páginas. Siempre dices que escriba en archivo, pero sabes que siempre me gustará más la hoja y el bolígrafo. Dentro de poco te enviaré el diario como siempre para que lo puedas leer y me sermonees como es debido cuando nos veamos de nuevo.
Ya sabes lo mucho que te quiero mamá, dale recuerdos a Jakai. Dile que me encantó el vídeo que hizo para su escuela.
Un abrazo. 
Ella. 












No hay comentarios:

Publicar un comentario