domingo, 19 de octubre de 2014

El Peritéreo.

Abrió los ojos. De alguna manera había conseguido dormir un poco, a pesar del incesante traqueteo de la nave. Esos últimos días habían sido bastante duros y estaba tan cansado que sentía que podría dormirse en cualquier parte. Buscaba desorientado alguna cara conocida, a la vez que recordaba qué hacía ahí dentro. "Estamos llegando" dijo una voz cariñosa que resonó a través de las vibraciones de la nave. Axel, siguiendo la dirección del sonido, pudo ver a Zayro que lo miraba con la misma cara sonriente con la que lo observaba siempre. Al cabo de unos segundos recordó su destino lo cual lo hizo sentir nervioso, "Qué estaba pasando" era una pregunta que había formulado tantas veces que hasta le daba la risa el preguntárselo. "El Peritéreo, así lo llamó él" pensaba ausente, ignorando el gran vacío que se extendía más allá de las ventanillas. Sin ningún tipo de explicación, apareció sin más, como quien se presenta a una fiesta horas antes sin ni siquiera haber sido invitado. Según la información que el joven Alekai le proporcionó, lo que fuera que hubiese en ese objeto, a Axel no le iba a gustar lo más mínimo.

Delante de él, Zayro y Eva discutían sentados en los controles de la nave. Parecía que trataban de deducir a dónde se dirigían, pero Axel estaba tan aturdido aun que las palabras parecían derrumbarse a medida que viajaban hacia él.

Por fin, decidió levantarse y unirse a sus compañeros. El corto viaje hacia ellos se le hizo largo ya que trataba de no tropezar debido a las vibraciones. Rápidamente Zayro le hizo sitio junto a él, echando su cuerpo hacia un lado. Los tres se colocaron frente a la ventana delantera observando la extraña forma del objeto. Eva y Zayro dejaron de discutir pues Axel lo odiaba, dejando así la cabina en silencio, salvo por el ya molesto traqueteo, que no cesaba. Sin embargo, a pesar de él, ahora Axel no podía evitar fijarse en la extraña forma del Peritéreo cuyas curvas parecían reflejar algo de luz. A su juicio, se parecía a una rosquilla, quizá algo más estilizada, aunque no lograba verlo con exactitud puesto que nubes de polvo lo recubrían desdibujando sus bordes, al mismo tiempo que la luz proveniente del Origen los dibujaban de nuevo.

A medida de la nave avanzaba en silencio a través del vacío, las líneas del toroide crecían, haciéndose colosales a ojos de Axel. Justo en el medio de la estructura se extendía una larga y estrecha línea horizontal que irradiaba luz blanca. Los rayos eran tan luminosos que por más que cerraba los ojos, Axel no lograba distinguir nada de su interior.

Una vez estuvieron a una considerable distancia Eva detuvo la nave, que dejó de vibrar. Axel sintió que flotaba tras el largo y pesado viaje de movimientos y ruido. Nadie dijo nada, simplemente observaron su objetivo como un perro cansado sin saber qué hacer. El silencio se turnaba con el sonido de sus respiraciones fuertes y rápidas.
¬Bueno, ¿Y ahora qué?-dijo Zayro rompiendo el silencio. Parecía que la profunda oscuridad que rodeaba al Peritéreo hubiera consumido su sonrisa que aun trataba de mantener.
¬No tengo ni idea.-dijo Axel al cabo de un buen rato mientras continuaba con los ojos fijados en el toroide.
¬Yo tampoco tengo mucha idea, pero quedarnos aquí a mirarlo no creo que sea lo más útil.- refunfuño Eva que mantenía las manos en el volante de la nave.
¬No sabemos lo que hay dentro,-dijo Zayro molesto.- ¿Qué quieres, que nos metamos en ese chisme sin más?
¬¿Y para qué hemos venido entonces?-respondió fulminante.
Zayro prefirió no contestar al ver la mirada de Axel, que parecía decir que como empezaran a discutir otra vez los echaba fuera de la nave.

Sin más, volvieron al silencio, que parecía extenderse como una epidemia a través de la cabina. Desde que subió a la nave, Axel no se encontraba bien. Las palabras de Alekai no habían cesado de rondarle, como buitres acechando a su carroña en el aire. ¿Qué sería aquello que aguardaba  en el interior?. La curiosidad se tornaba en miedo rápidamente creando una molesta sensación de inseguridad. Desearía estar en cualquier parte menos ahí. Ni siquiera la presencia de Zayro lo reconfortaba en esa situación.

¬Parece que se entra por ahí.- dijo Eva que casi sonó ansiosa por entrar.
¬No me digas genio...-le respondió Zayro consciente de sus intenciones. Eva le respondió con una mirada penetrante con sus dos grandes ojos azabache.-No deberíamos entrar.-dijo volviéndose hacia Axel que seguía mirando al objeto.
¬Entraremos.-dijo Axel con una poco usual rudeza. Zayro pareció molesto pues nunca le había hablado de esa forma. Eva acarició el pequeño panel que se abría ante ella haciendo que la nace recuperara su traqueteo.

A medida que la lanzadera se acercaba al toroide la luz parecía más y más potente, como si alguien hubiera introducido un sol en el interior, Antes de que Axel cerrara los ojos por completo ya estaban en su interior. Las  vibraciones que los habían acompañado durante el trayecto habían cesado por completo, como si se hubieran quedado atrapadas en la franja de luz que ahora quedaba tras ellos para ofrecerles un paisaje totalmente distinto. La estructura era hueca y ahora se encontraban sus pendidos en una enorme sala que parecía recorrer el perímetro interior del objeto. Ante ellos, la forma externa del Peritéreo parecía duplicarse. la nave avanzaba a través del silencio que parecía cobrar forma en ciertas ocasiones. El nuevo toroide, más esférico, poseía también una franja de luz, esta vez mas ancha y menos luminosa.

Lentamente atravesaron la franja de luz y observaron como un suelo liso se extendía hasta quedar oculto en la oscuridad que habitaba en el interior. Eva aterrizó la nave lo más cerca del borde que le fue posible bajándola lentamente hasta que esta toco el suelo. Juntos bajaron de la lanzadera y respiraron el aire del interior. Era seco y parecía que a cada inspiración la oscuridad del lugar se iba con ellos. La sensación de pequeñez que sentían era indescriptible, al borde de un abismo en el que a lo lejos la única luz era la de la franja que habían cruzado y algunas lucecitas en la pared. Más adelante ni siquiera había luz. las paredes que eran malamente visibles parecían retorcerse en todas direcciones, como si fueran de goma. Axel sentía que iba a estallar.
¬¿Y bien?-dijo Eva nerviosa.
¬Dijo que debía entrar solo- respondió provocando una enorme cara de desaprobación por parte de Zayro.
¬¿No pensarás entrar ahí, verdad?-le advirtió preocupado.-No sabemos que se esconde en esa oscuridad.
¬Tú espérame aquí por si tenemos que salir corriendo.-le dijo a la vez que fingía una pequeña risita.

Axel dio media vuelta hacia las tinieblas y comenzó a caminar. Era como si algo en el interior lo estuviese llamando. Por el momento decidió ignorarlo y caminar en la oscuridad, haciendo que sus pisadas fueran ahora el nuevo sonido molesto. Simplemente esperaba que fuera lo que fuese lo que lo aguardaba le otorgase alguna respuesta.

Sus pasos continuaban resonando y ni siquiera él sabía cuanto tiempo llevaba caminando. Al dar media vuelta no podía distinguir a sus amigos que quedaban tras la oscuridad de la sala. Poco a poco Axel conseguía ver algo entre la sombra, pero no gracias a sus ojos, parecía que la estancia se iluminaba pasando de oscuridad total a penumbra. Una luminosidad suficiente como para contemplar que ante él se erguía un inmensa puerta de piedra, en cuyo centro se grababa un escudo que Axel jamás había visto antes. Ni siquiera tuvo que detenerse pues la puerta se abrió liberando partículas en el ambiente, cargándolo aun más. Cada pieza de la puerta retrocedió hundiéndose en la oscuridad, dejando tras ella una gran estancia.

Axel atravesó el gran umbral y observó lo que inmediatamente le recordó al templo del Trium. Una sala custodiada por seis colosales estatuas inmóviles. A la vez que custodiaban la zona parecían soportar todo el peso de la galería cuyas paredes habían sigo grabadas cuidadosamente con una escritura que ignoraba. En el medio de la sala, sobre un podio esférico, se elevaba un altar de piedra blanquecina. Axel se sentía mal, algo lo empujaba hacia delante a la vez que deseaba regresar con sus amigos. impulsivamente decidió acercarse al altar y contemplar el libro que sobre él descansaba. Hacía mucho tiempo que Axel no veía uno, y este estaba perfecto, abierto por la mitad y escrito aparentemente a mano. Axel leyó con miedo.

"Quizás sería conveniente comenzar con un hola, pero eso implicaría terminar con un adiós, y odio decir adiós. Mi nombre es Desay y lo que voy a contarte probablemente no te va a gustar, pero seguro que eso ya lo sabías cuando entraste aquí. Vivía en un planeta lejano, azul. Era hermoso como la brisa soplaba cada mañana y llovía cada tarde. Ahora lo recuerdo todo, justo ahora, cuando más inútil parece recordar. Iré al grano. Todo universo, necesita un equilibrio Axel, un equilibrio que la naturaleza misma soluciona mediante la creación de opuestos de forma constante. Toda tu vida creíste que Isis era el orden, el equilibrio mismo y trascendente, pero ella no es más que otra cara de la moneda. Si hay orden, debe de haber un caos. Remontarme a la historia tan solo nos haría perder el tiempo, y a mi, ya se me ha agotado. Quizás algún día descubras lo que ocurrió antes de que los Cinco vieran la luz, o antes de que el mismísimo origen se abriera... Demasiado, quizás. Sin embargo ahora tan solo me queda tiempo para decirte a ti, Axel, que yo, soy tú.
Viví 35 años en mi planeta natal, en paz. hasta que este extraño artefacto se presento a nosotros. Lo vimos como una señal de esperanza, pero no era más que una pedida de socorro. Aprendimos a entenderlo y vimos como el caos lo destruía todo a su paso. El toroide nos lo enseño todo acerca del universo, su origen, sus limitaciones y secretos, todo. 
Tiempo después, como él nos dijo, comenzamos a morir poco a poco. La luz del universo se apagaba lentamente sumiendo cada parte del mismo a una absoluta oscuridad. El toroide carecía del poder para crear nuevos seres que defendieran el universo, a la luz. Isis no podía crear más almas.
En el último suspiro de mi mundo, la que llamas Isis, me habló. Se presentó a mi y me pidió que entregara mi alma... ¿Por qué yo?, eso fue lo que pensé supongo. Nunca me lo dijo. Tan solo me montó en el toroide, y me dijo que escribiera esto para ti, que soy yo, un yo que no recordará nada de su vida pasada, del alma mortal que una vez fue. Me ha dicho que mi alma más la mitad de la suya conformarían algo nuevo, una última esperanza contra el caos. Eso espero Axel, porque si por algo he luchado toda mi vida, ha sido por preservar la esperanza en que la luz siempre aparece entre la oscuridad.
Sé que deseas más respuestas, y las tendrás, pero a su tiempo. Ahora debes centrarte en preservar el orden, es lo más importante en este momento. Y parece que ya estoy legando a mi destino... Vaya... es extraño saber que vas a morir, o al menos algo parecido. 
Buena suerte Axel."

Axel dejó caer el libro que ahora sujetaba con ambas manos. No había más escrito en ninguna otra página. Se sintió como si todo tras él se derrumbara, como si nunca hubiera conocido una mera verdad. Simplemente lloró.

Tras él, pasos se acercaban deprisa, creando un nuevo sonido en la sala. Era Zayro, que corría hacia Axel que ahora se hallaba de rodillas en el suelo. Tras él, corrían Eva y Alekai, que no lograban alcanzar a Zayro. se agachó junto a su amigo, cuyos ojos lloraban sin mostrar ningún tipo de expresión. No sabía que decir así que lo abrazó como si fuera consciente de todo lo que Axel había leído en el libro, el cual había desaparecido ante él en una bola de humo blanquecino. Axel decidió ceder al abrazo de su amigo y sentir como este lo consolaba. Sin duda se sentía mucho mejor a su lado, y con Eva, que se había agachado a acariciarle la cabeza.

¬Eres la persona con el llanto más feo que conozco.-mintió Eva sonriendo.
Axel sonrió con los ojos aun cerrados y con la cabeza apoyada en el vientre de Zayro. Se sintió tan cansado que ni si quiera lo pensó, simplemente se quedó totalmente dormido. Para su sorpresa se sentía aliviado, una sensación que lo hizo caer rendido ante sus amigos y Alekai, que observaba tímido la escena que ya sabía que ocurriría. Axel durmió con un sentimiento nuevo, el de que  junto a sus amigos, no se rendiría ante nada. Una promesa que pensaba cumplir.











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